Los poblados o aldeas, conocidas como natufienses fueron la primera objeción a la revolución neolítica. Que afirmaba que, la agricultura había sido la chispa que permitió los asentamientos permanentes y prendió la llama de la civilización. Sin embargo, aunque los natufienses vivían en aldeas estables de varios centenares de personas, eran forrajeadores, no agricultores, ya que cazaban gacelas y recolectaban centeno, cebada y trigo silvestres.

Hay indicios que obligan a revisar algunos credos que los prehistoriadores aceptaban como ciertos. Sin entrar en las causas que lo provocaron, las aldeas natufienses entraron en una época difícil hacia el año 10.800 a.C., cuando las temperaturas de la región sufrieron un brusco descenso de unos 7 °C: una miniglaciación que duró 1.200 años y creó unas condiciones mucho más áridas en todo el Creciente Fértil. Con la disminución del hábitat de los animales y la reducción de los campos de cereales, varias aldeas resultaron de pronto demasiado pobladas para los recursos alimentarios locales. Muchos de sus habitantes volvieron al forrajeo nómada.
Algunos asentamientos trataron de adaptarse a un entorno más árido. Abu Hureyra, en el actual norte de Siria, intentó cultivar centeno, replantando los granos recolectados que eran más grandes que sus equivalentes silvestres, lo que sería un indicio de domesticación, ya que el cultivo mejora las cualidades del grano, como el tamaño del fruto y de las semillas. Otros lugares cercanos, como Mureybet o Tell Qaramel, también tuvieron sociedades agrícolas.
La verdad es que toda una teoría sobre el origen de la cultura humana fue cimentada, en el hallazgo de apenas media docena de semillas que muy posiblemente se hincharan al quemarse o de que se tratase de un tipo de centeno silvestre excepcionalmente grande.
La gestación de múltiples protociudades ofrece una nueva explicación para el inicio de las sociedades humanas complejas. Los yacimientos natufienses del Levante mediterráneo, animan a pensar que primero se crearon asentamientos y que la agricultura llegó más tarde, en repuesta a crisis como la alteración del clima cada vez más frío y seco, y una población en aumento, los habitantes de las pocas áreas fértiles que quedaban pensaron, «Si nos movemos, vendrán otros a aprovechar nuestros recursos. Lo mejor para sobrevivir es quedarnos donde estamos y explotar nuestro territorio». Entonces surgió la agricultura y la dependencia obligada a la tierra.
La idea de que la revolución neolítica fue impulsada por el cambio climático tuvo mucho eco. Pero los indicios no eran concluyentes, entre otras cosas porque Abu Hureyra, Mureybet y otros muchos yacimientos del norte de Siria habían sido inundados por la construcción de presas antes de que pudieran excavarse a fondo.
He de hacer el inciso y comentar que el arqueólogo siempre parte de un punto de apoyo en el que articular sus ortodoxas especulaciones. Eso significa que ante la ausencia de restos de una embarcación jamás propondrá que los habitantes de la época y el lugar, eran pescadores. Por extensión ante la ausencia de evidencias de una cultura con conocimientos de agricultura, matemáticas, arquitectura… por defecto es suficiente para dar por hecho que nunca existió. El año de datación de la primera rueda encontrada se establece como el año que se invento la rueda, el año de datación en que se encontró la primera tablilla de barro pasa a ser el año en que se invento la escritura, el año en que se dato el primer enterramiento humano es el año en que los humanos empezaron a enterrar a sus muertos. De este modo nos encontramos con paradojas del tipo como podía el hombre primitivo orientar una construcción al norte con una exactitud más que aceptable si desconocían las matemáticas/geometría y cosas como la brújula La lógica invita a plantearse que probablemente si tenían esos conocimientos pero la academia establece que ese conocimiento es 5000 años posterior a la época y el lugar que se esta excavando y no admite debate.
Después nos quejamos de la proliferación de seguidores de los anunnakis, la hermandad de las pléyades y los híbridos entre dioses y humanos.
Los antropólogos han presupuesto que la religión organizada surgió como un medio para aliviar las tensiones que inevitablemente tuvieron que aparecer cuando los cazadores-recolectores se establecieron como agricultores y formaron grandes sociedades. En comparación con una banda nómada, el poblado tenía objetivos más complejos y a más largo plazo, por ejemplo, almacenar grano y mantener viviendas permanentes. Para cumplir sus objetivos, era conveniente que los miembros del poblado estuvieran involucrados en los fines colectivos. Aunque las prácticas religiosas primitivas (dar sepultura a los muertos, ejecutar pinturas rupestres y tallar estatuillas) habían surgido decenas de miles de años antes, la religión organizada sólo comenzó, según este punto de vista, cuando fue necesaria una visión común del orden celestial, una idea compartida por todos que cohesionara esos nuevos grupos más grandes y diversificados. También es posible que la religión ayudara a justificar la jerarquía social establecida en una sociedad más compleja. Los que ascendían al poder se presentaban a sí mismos como poseedores de una vinculación especial con los dioses. Las comunidades de fieles, unidos por una visión común del mundo y del lugar que ocupaban en él, tenían una mayor cohesión que un simple grupo de individuos propenso a las disputas.

Volvemos a dar por hecho que el medio de alcanzar el poder, se fundamente en la manipulación de la mente de las personas, ocultando conocimientos y fomentando creencias en entidades capaces de castigar y recompensar las acciones de los hombres. De este modo tenemos una elite que se proclama como representante en la tierra de entidades todopoderosas . Todo es tan fácil como limitarse a asumir que complaciendo los deseos de la elite se complacen los deseos de esas entidades.
¿Pero y si no fue así y si ostentar el poder era mucho más complejo?
El homo sapiens lleva en este mundo algo así como 250000 años. Por inconcebible que parezca con la experiencia acumulada durante 1000 años pienso que da desarrollar una cultura (o grupos culturales) con amplios conocimientos en todo tipo de materias y en especial aquellas que directamente facilitaban las vida de las personas y reducen su incertidumbre. Una elite de seres «humanos» pensantes que en lugar de restringir la información la administraron del modo que resultase beneficiosa no solo para el que la recibía sino para toda su comunidad. Este concepto va mucho más allá del «buenísmo» que se deduce tras una breve recapacitación. Quizás hace 10000 años el hombre aún conocía un propósito para su vida, superior al de su propio ego.
La mentira siempre resultara más atractiva que la simple verdad. Quizás la creación de conceptos (y entidades) más elevados que la identidad humana como colectivo, favorecieron el auge del individualismo y el recelo, conduciendo a la humanidad a un paramo histórico.
Oficializar que durante cientos de miles de años el hombre con todo su potencial (¿dormido?) se limito a sentarse en una roca a cascar piedras, hasta que hace unos días se levanto decidido a construir pirámides, criar ganado y cultivar las plantas, indudablemente favorece el orden y el pensamiento único.
Teniendo respuestas simples ¿Quién se plantea preguntas complejas?
Göbekli Tepe representa una inversión de ese panorama. La construcción de un templo enorme por parte de un grupo de forrajeadores indica que la religión organizada pudo haber surgido antes que la agricultura y otros aspectos de la civilización, y sugiere que el impulso humano de congregarse para la práctica de rituales sagrados apareció cuando el ser humano dejó de verse como parte del mundo natural y empezó a tratar de dominarlo. Cuando los forrajeadores comenzaron a asentarse en poblados, trazaron una línea divisoria entre el ámbito humano (un grupo fijo de viviendas con cientos de habitantes) y el peligroso mundo poblado de bestias feroces que había más allá de sus hogares.
Ese cambio en la conciencia fue una «revolución de los símbolos», una transformación conceptual que permitió a la humanidad imaginar que existían dioses en un plano diferente del mundo físico. En Göbekli Tepe los animales eran guardianes del mundo espiritual. Los relieves de los pilares en forma de T ilustran ese otro mundo. Los forrajeadores que vivían en un radio de menos de 160 kilómetros de Göbekli Tepe pudieron erigir el templo como lugar sagrado, donde se reunían y al que tal vez llevaban ofrendas y tributos para los sacerdotes y los artesanos. Debió de ser necesario establecer algún tipo de organización social, no sólo para construirlo sino también para manejar a las multitudes que atraía. Observándolo, es fácil imaginar cánticos y tambores, y a los animales de las columnas moviéndose a la luz temblorosa de las antorchas. Seguramente había festines. Se han encontrado piletas de piedra que quizá se usaron para la cerveza. El templo era un centro espiritual, un escenario para el rito. Con el tiempo, la necesidad de conseguir suficiente alimento para quienes trabajaban en Göbekli Tepe y los que allí se reunían para celebrar ceremonias religiosas pudo conducir al cultivo intensivo de cereales silvestres y a la creación de algunas de las primeras variedades domésticas ya que uno de los centros donde surgió la agricultura fue el sur de Turquía, a una distancia que es posible cubrir a pie desde Göbekli Tepe, exactamente hacia la época en que el templo alcanzó su máximo esplendor. Actualmente, los antepasados silvestres más directos del trigo escaña cultivado se encuentran en las laderas del monte Karaca Da, a sólo 96 kilómetros al nordeste de Göbekli Tepe. En otras palabras, la adopción de la agricultura pudo ser el resultado de una necesidad profunda de la psique humana, un apetito que aún hoy impulsa a las personas a recorrer el mundo en una búsqueda espiritual.
Algunos de los primeros indicios de domesticación de plantas se sitúan en Nevalı Çori, un asentamiento en las montañas a apenas 30 kilómetros de Göbekli Tepe. Como éste, también surgió después de la miniglaciación, una época conocida como neolítico precerámico. La reciente construcción de una presa que proporciona agua de regadío y electricidad a la región ha inundado el yacimiento. Pero antes de que el agua impidiera la investigación, los arqueólogos hallaron en Nevalı Çori pilares en forma de T con imágenes de animales muy parecidas a las que más adelante Schmidt descubriría en Göbekli Tepe. Se han encontrado columnas e imágenes similares en yacimientos del neolítico precerámico a una distancia de hasta 160 kilómetros de Göbekli Tepe. Según Schmidt, las imágenes de esos yacimientos son la prueba de una religión común que se practicaba en torno a Göbekli Tepe y que fue quizá la primera confesión religiosa verdaderamente grande del mundo.
Naturalmente, algunos de sus colegas discrepan de sus ideas. La falta de indicios de viviendas, por ejemplo, no demuestra que no viviera nadie en Göbekli Tepe.
Hace 20 años todos creíamos que la civilización había sido impulsada por causas de tipo ecológico. Los arqueólogos que estudian los orígenes de la civilización en el Creciente Fértil miran cada vez con más recelo los intentos de hallar un solo factor desencadenante aplicable a la totalidad de los casos. En un lugar determinado, ese factor pudo ser la agricultura; en otro, el arte y la religión, y en otro, la presión demográfica o la organización social y la jerarquía.
Estamos comprendiendo que la civilización es un producto de la mente humana. No hubo un único camino hacia la civilización, sino muchos y variados, que condujeron al mismo destino por diferentes rutas.