Óyeme, óyeme… dame tu ternura y el agua que como ser humano me corresponde.
Cobarde, cobarde yo, como todos… todos los que acaparamos más de lo que debiéramos
No supe sino evitar la tristeza de sus palabras , desviando la mirada Por un momento se empañó el paisaje con el vaho de una lágrima, pero ¿De qué sirven las palabras y el sentimiento si no se corresponden con los actos. ?
En el fondo de mi yo, lo triste dio paso a lo amargo.
Yo seguía mi camino hacia el consumo y la Vida y él retornaba a un mar donde el cielo se le presentaba muy negro.
Sus ojos me siguen mirando.
R. Delaguetto.